Administración y servicio

Sí les dijese que a última hora cambiaría mi postulación de Ciencias Políticas en la Universidad Católica, a la carrera de Administración y Servicio de la Universidad de Los Andes… Usted, ¿qué me diría?

Me diría que diablos es aquello. ¿Es algo con contabilidad y banquetería?

Río a rajatablas, por que no lo haría… Ni siquiera se me ha pasado por la cabeza semejante idea, sin embargo considero importante darles a conocer la exótica carrera conducente al título profesional de dueña de casa, disuadido con el siútico de Administrador de Servicios.

Impartida por la universidad del Opus Dei, la de los Andes, desde 1993 es una de las carreras menos comentadas de la gran oferta curricular que nos ofrece el sistema hoy en día, pues además de que uno de los requisitos primordiales de la carrera es pertenecer al género femenino y tener la convicción de una geisha, es necesario pertenecer a cierto grado de alta alcurnia nacional y considerar el despreciable pago de 180 UF anuales además de una matrícula digna de una casa de estudio privada, por simplemente poseer una licenciatura (en Ciencias de la Administración y Servicios), que aunque es que permite trabajar en ciertas empresas en lo que indica su mismo nombre, tiene los interesantes ramos de Química de los alimentos, Gastronomía I y II, Tópicos de servicios en alimentación y Operación del servicio I, II y III. Esto último puede que le suene a servidumbre.

Con una fuerte base en antropológica, ética y un poco de teología cristiana densa, la carrera mezcla en sí una base matemática (poco asociable con el estereotipo de la mujer del siglo XVII), que es una especie de disuasivo introductorio a ramos de plena Ingeniería Comercial, comparando la malla de ambas carreras verdaderamente son similares, aunque claro el enfoque está entre un corredor de bolsa y una súper mamá. Pero esto va más allá, el enfoque de una carrera meramente machista, digna de una sociedad musulmana, con la base científica y logística de la administración de una casona, apuntando a un ideal (que cada uno puede creer bueno o no, para dedicarse literalmente hasta el fin de sus días) que no cuadra del todo en una sociedad relativamente liberal como la chilena, en donde un grupo bastante reducido cree, valida, y financia la formación de una mentalidad sumisa, que quizás sea interesante conocer, antes de criticarla caprichosamente. Verdaderamente, esto es cuestión de convicción y aunque me resulte contradictorio que las mujeres de buenas familias, que en su momento lucharon por la plenitud de sus derechos, ahora vuelvan atrás. Justificando todo lógicamente al viejo y arcaico concepto que la Iglesia siempre trató de imponer y que, dentro de sus desrribetados esfuerzos se les salió de las manos dando paso a la sociedad que conocemos hoy en día. Juzgue usted.

Más Información camuflada como una Ingeniería Comercial aquí.

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