Muchas personas tienen la idea de que el amor romántico es una emoción y que es irracional. Pero lo cierto es que las emociones pueden ser racionales o irracionales; puede ser correcto o erróneo sentirlas en una situación específica.
¿Es el amor similar a la irritación?
En el caso de la irritación el objeto de la emoción puede ser merecido o no, pero en el amor pareciera ser diferente. No es muy correcto describir el objeto del amor como (no)meritorio o (in)apropiado. Una persona no puede amar «mucho», a diferencia de la irritación donde, dependiendo del objeto de la emoción, la persona puede estar «muy» enojada. Así que tal vez el amor no sea para nada una emoción.
El amor es un estado de voluntad. Aún cuando en algunos casos pueda ser irracional o incorrecto, siempre es inoportuno. Teniendo esto en cuenta, el amor se asemeja a las emociones y a otros estados mentales (concepto filosófico) – como los deseos y las creencias – porque además, es un estado intencional.
El amor es un estado mental sobre algo
El objeto en el que se centra un estado mental es conocido como «objeto intencional» y en el caso de una persona enamorada, coincide con el objeto al cual se dirige el amor, llamado «objetivo». Sin embargo, esto no ocurre con todos los estados mentales; por ejemplo, una persona se puede enojar con alguien (objetivo) porque lo ha tratado mal (objeto). Por ende, el amor nos lleva hacia la acción más que otros estados mentales y en gran parte como algo parecido a los deseos.
También nos transformamos por amor y lo experimentamos como un suceso más de nuestras vidas. Este sentimiento de apatía se explica por el conjunto de emociones que constituyen el «sentimiento» del amor. Experimentar el amor no sólo se caracteriza por cambios y sensaciones de tipo físico (como la excitación sexual), sino también por los deseos, pensamientos, comportamientos típicos y por supuesto, las emociones de diferentes tipos. Gracias a que la parte emocional de la experiencia del amor es vivida, es fácil entender al amor como una emoción, aún cuando no lo sea.
Entonces, ¿qué es el amor?
Probablemente el amor sea un estado de volundad, o más bien dicho, un estado intencional. Un estado intencional puede ser un deseo (por ejemplo, estar con ella), un conjunto de deseos (por ejemplo, estar con ella y tener relaciones sexuales con ella) o un «deseo sobre el deseo». Un ejemplo de este último tipo de deseo es cuando una persona, tras pensarlo mucho, no quiere querer fumar marihuana. A esa persona le gusta fumar, pero sabe que repercute bastante en su salud, así que al mismo tiempo desea no tener ese deseo. Por eso, el amor podría ser considerado como un «deseo sobre el deseo».
Aunque el amor no es voluntario, es viable tener cierto control sobre el contexto en el que influye en nuestros deseos.
¿El amor se basa en los atributos del amado?
Pareciera ser que el amor no puede basarse en las cualidades del amado porque amamos a las personas durante los cambios de su vida. Si una persona deja de amar a su pareja porque está envejeciendo y/o es menos atractiva, no es amor verdadero.
El estado de amor y la relación de amor
Las razones por las que se mantiene una relación sentimental no dependen completamente de la persona enamorada. Incluso sin pensar en quiebres amorosos, las personas en pareja permanecen juntas por muchas razones y los sentimientos relacionados pueden evolucionar con el tiempo y, por ejemplo, pueden pasar desde una pasión erótica hasta la estima y el cariño. Entonces, los ejemplos centrados en la posibilidad de amar a alguien carente de cualidades atractivas, no demuestran nada.
Desenamorarse
Para la mayoría, el desenamoramiento sucede tan fácilmente como el enamoramiento y quizás para este caso no hayan razones particularmente buenas para justificarlo. Si una persona ya no ama a su pareja porque ésta ha alterado completamente su personalidad, parece injusto culparla de falso amor.
Amamos a seres humanos, no a misteriosas entidades amorfas.
Aún así, es verdad que amamos a las personas que cambian. Aún más cierto es que amamos a las personas en la medida que ellas nos manifiestan sus cualidades.
