Ignacio Castillo

Humano heterodoxo. Observando con un prisma especial aquellas cosas cotidianas de la vida contemporánea, vertiendo sus reflexiones y pensamientos para el deleite de los plácidos espectadores de lo peculiar que resulta esto que llamamos "vida".

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El día en que recuperé la vocación de enseñar

Es un día sábado como cualquier otro. Suena aquella alarma con una melodía agradable que lastimósamente te recuerda que debes despojarte de aquellas ropas que resguardan tu descanso nocturno. Caminas al baño a medio despertar y te duchas. Al término de ésta te espera el pocillo de azúcar y el tarro de café al ritmo de una tetera que silba avisando que podrás hacerte ese café instantáneo que un tanto amargo terminas agradeciendo a la mitad de la mañana.

La gente tiene algo que ocultar

Son cómplices de las acciones que maquina una mente capaz de avergonzar a cualquiera. Son marionetas de la rutina diaria, sometidos a la cotidaniedad y a la monotonía. Se esconden como estrategas y atacan por las espaldas, tal cobarde en un acto cargado de sólo debilidad y odio reprimido hacia el sistema. Viven con sus mentes manchadas, transformándose cada vez en seres más miserables y llenos de odio, esclavos de ellos mismos, privados de la felicidad y sin paz en sus conciencias.

Justicia ciudadana

¿Ayuda o exceso injustificado?

Vamos por las calles pensando en que quizás, el que está a nuestro lado es un delincuente; vivimos preocupados de nuestras pertenencias, como si en cualquier momento alguien nos despoje de ellas. Lamentablemente nos encontramos inmiscuidos en un modelo social gobernado por el miedo en muchas aristas, uno de ellos caracterizado por el constante temor al amigo de lo ajeno, mas por suerte existen excepciones que logran vencerle, en ocasiones, sin lograr hacer el bien.

Noche

Dicen que las caminatas tienen un algo especial en sus pasos, y al avanzar el viento soplando en la cara de dos personas que sonríen al ver sus manos juntas y sus pies al mismo compás, muy dentro de sus almas algo pequeño va creciendo. Palabras que van y vienen tal intercambio de amor entre labios que se juntan a la luz del sol, cubiertos tal vez con unos brazos colmados de ternura y cariño, y así observar el ocaso de un día, que más que ser un día común, en su misticismo descansa la esencia de un par de sonrisas sinceras.

Recordando a Julio César y su ‘fua’

Mucho se habló en su tiempo acerca de un señor mexicano que –estando en evidente estado de ebriedad– habla acerca de un algo que a la persona le permitiría obtener un segundo aire, o bien, más fuerza y coraje para poder realizar una accion aparentemente imposible. Lo hace llamar el fua. El día de hoy ya nadie recuerda lo que fue esta noticia, o el personaje mismo del cual estamos hablando. Es más, fueron pocas las personas que se detuvieron a pensar sobre la real esencia acerca de este fua, o bien, algo sobre el mentor de aquel –risorio bajo el prisma de muchos– personaje.

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