A propósito del inicio del año estudiantil 2014, tuve el privilegio de ser invitado por la Escuela de mi Ex Universidad (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso) a contar mi experiencia profesional como ex alumno a 10 años de mi egreso. La idea era contarles a los “mechones” (alumnos de primer año de las carreras de Ingeniería Civil y Ejecución Informática) como nos desempeñamos los profesionales del área en el mundo laboral “real”. Si bien repasé mi experiencia de vida y detallé mi experiencia laboral en distintas empresas, quise dejar de lado los discursos autocomplacientes y de buena crianza (a cargo de los profesores y autoridades universitarias) y enfocarme en todas las habilidades o skills que hoy buscan las empresas y que generalmente no se enseñan en el teórico mundo universitario, pero que resultan diferenciadores a la hora de conseguir un buen empleo y – por qué no decirlo – triunfar en el competitivo mundo laboral de hoy.

Comencemos de la base de que todos somos buenos profesionales, aprobamos todos los ramos de nuestra carrera con una calificación suficiente para titularnos y tenemos una base de conocimiento técnico y científico que nos permite llamarnos orgullosamente “Ingenieros”… OK… pero una vez titulados ¿Qué marca la diferencia entre un profesional exitoso y el resto? ¿Basta con titularse en una “buena universidad” o tener una buena red de contactos? ¿Qué más debería aprender?, veamos los puntos – que en mi opinión y experiencia – resultan claves:
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Inglés. Este punto puede sonar bastante obvio en carreras ligadas a la tecnología, pero hoy es un requisito básico exigido para muchos empleos de nuestra área. Afortunadamente cada día más universidades lo incluyen en sus mallas curriculares y si no es el caso existen alternativas al alcance (en el caso de Chile a través de CORFO) para obtener becas de aprendizaje y certificaciones internacionales gratuitas, como es el caso del TOEIC o TOEFL. Si en tu país no existe esta opción, cada vez son más comunes los programas con estudiantes de intercambio, blogs y cursos gratuitos en Internet… Así que no hay excusas, a estudiar! (…y a certificarse!, punto clave en tu curriculum).
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Manejar el «lenguaje gerencial». Este punto es tal vez, el que más sorprendió a la audiencia. Comenté que en mi experiencia profesional la mayoría de mis cargos los he desempeñado en áreas no-informáticas liderando equipos de Ingenieros Industriales y Comerciales en Gerencias de Abastecimiento, Operaciones, Marketing y similares donde existe un cierto sesgo hacia los profesionales del área sistemas (que somos unos “nerds”, muy técnicos, nos cuesta relacionarnos y trabajar con otras personas, etc.) lo que más allá de resultar anecdótico puede jugarnos en contra, pues acota inconscientemente nuestro campo laboral. Les contaba la experiencia de un colega que intentó desacreditar mi opinión en el área logística recordándome públicamente que yo “era Informático” y como esta experiencia marcó mi decisión de realizar mi postgrado en un campo que ampliara mi horizonte profesional validándome como interlocutor ante mis pares gerenciales (en mi caso un MBA en Dirección Financiera). Así cuando uno gerencia un área de sistemas tus pares pasan a ser los gerentes de la empresa (Gerente Comercial, de Finanzas, Producción, etc.) Y – como se imaginaran – en las reuniones y comités gerenciales no conversaremos de temas “geeks” o de computadoras. Cuando trabajas a nivel de gerentes, tu nuevo vocabulario se compone de presupuestos, cumplimiento de la venta, márgenes, utilidades, EBITDA, productividad, etc. Por lo tanto es básico manejar y entender todos los conceptos financieros y de control de gestión, pues en ese “lenguaje” te plantearán los problemas a los que tú deberás dar solución a un grupo de gerentes que probablemente les importe un pepino los detalles técnicos que hay detrás. No sumarse a este grupo de trabajo te convertirá automáticamente en el “exiliado” de la mesa el cual es solo consultado para resolver problemas técnicos aportando poco o nada al funcionamiento y mejora de la organización (rol clave de todo buen ejecutivo, independiente de la especialidad que profese).
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Habilidades «blandas». Como mencionaba, los Ingenieros Informáticos generalmente no nos caracterizamos por ser el alma de las fiestas o por nuestra personalidad avasalladora. Por lo mismo debemos aprender de liderazgo y otras habilidades sociales – como la negociación – básicamente en base a nuestros propios errores a medida que vamos tomando responsabilidades y equipos a cargo. Un buen líder no es el que manda mejor, sino el que logra comunicar y convencer de su idea o proyecto desde el Gerente General hasta el último operario (que muchas veces, ni siquiera sabe usar un computador) y logra sumarlo a su equipo, dando solución a sus problemas del día a día. Estas habilidades son claves y un proyecto mal implementado, o boicoteado por los usuarios, así como una mala negociación comercial con un proveedor (sobre todo si el contrato es de una cifra elevada) puede perfectamente costarte tu cabeza como gerente a cargo.
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Aprende del negocio y del mercado en que te desempeñas. Nuevamente este es un llamado a ver más allá de lo técnico. Nada más desagradable para la organización que un gerente que no es capaz de ver lo evidente. Si bien los generales de Hitler bailaban y se emborrachaban mientras Berlín era destruida por los aliados, un Gerente General no permitirá que se implementen proyectos costosos o poco rentables – aun cuando sean la última panacea tecnológica – en un periodo de “vacas flacas”. Un buen Gerente es capaz de prever y entender para dónde irá el mercado y en que ciclos económicos resulta más conveniente priorizar ciertos proyectos – tal vez menos rentables – que otros así como elaborar planes de contingencia para extender la vida útil de infraestructura que tal vez deberá esperar por su renovación. El manejo inteligente de presupuestos y proyectos es una verdadera partida de ajedrez.
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Conceptos de «ERP» (Sistemas de Planificación de Recursos Empresariales). Actualmente en nuestro país alrededor del 80% de las medianas y grandes empresas poseen algún tipo de ERP. Estos sistemas informáticos – más allá de lo técnico – representan el “corazón” de una compañía; en el conviven todas las áreas y procesos de cualquier tipo de empresas (Compras, Manejo de Inventarios, Ventas, Recursos Humanos, Producción, Finanzas, etc.) y entender su funcionamiento te permitirá aplicar buenas prácticas a todos los procesos de la organización. Ya sea que llegues a una empresa que utilice algún ERP (SAP, Oracle, JD Edwars, Defontana, etc) o al 20% restante, estos conocimientos serán claves para liderar su implementación, además de ser una experiencia muy valorada por los empleadores.
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Contactos profesionales. Otro punto que causó sorpresa en el público, ya que se suele interpretar como el “pituto” o mal uso de amistades y contactos para alcanzar determinados trabajos dejando a un lado los méritos. NO es a eso a lo que apunto sino todo lo contrario. Desde el primer día de la universidad y hasta el último día de nuestras vidas interactuamos con futuros “colegas” o “empleadores” los cuales independiente del rol que jueguen en nuestras vidas profesionales – compañeros de universidad, subordinados, pares, jefes, clientes de nuestra empresa, proveedores, etc. – se forman una opinión personal y profesional de nosotros… y esa opinión la harán saber a quién se las pregunte. Así a medida que avanzamos en nuestra vida tenemos una red cada vez más grande que opina de nosotros (para bien o para mal). En un mundo en que la mayoría de los procesos de selección están externalizados en empresas especializadas o Head Hunters una buena – o mala – recomendación es un factor diferenciador (sino excluyente) para alcanzar el trabajo que soñamos. Poniendo mi trayectoria como ejemplo; en mis dos últimos trabajos he sido reclutado sin siquiera postular a un cargo, simplemente he sido contactado por “cazatalentos” con los que anteriormente fuimos colegas en otra empresa. Forjar una buena reputación profesional requiere de permanente esfuerzo, trabajo honesto, un buen comportamiento social y profesionalismo… y puedes destruirla en solo segundos (piensa siempre en eso cuando tengas ganas de ahorcar a tu jefe, darte el gusto de renunciar de mala manera, emborracharte en el evento de fin de año o pienses que nadie se enterará si utilizas información confidencial de la empresa).
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Especialización. Si bien no es la primera prioridad de los alumnos de primer año, una vez que obtengan su título universitario y ganen un 3 o 4 de años de experiencia surgirá en ellos la pregunta… ¿debo especializarme?, ¿debería estudiar un postgrado?, ¿qué es lo más rentable?. Adelantándome a esta duda les quise transmitir mi experiencia como empleado y empleador y al respecto el primer punto a tener claro es que especializarse es una “inversión” (no menor en términos monetarios) y como tal todos esperamos un “retorno” (en nuestro salario, cargo, etc.) en ese sentido las certificaciones profesionales que el mercado demanda (PMP, ITIL, Microsoft, SAP, Cisco y muchas otras dependiendo del área en que te desempeñes) son una alternativa al alcance de todos que te permiten una rápida diferenciación profesional (y muchas veces tu propio empleador estará dispuesto a pagar)… ¿debería realizar un diplomado? Si tu objetivo es aprender si te lo recomiendo, sin embargo si esperas que tu empleador te recompense con un mayor salario, la verdad es que no es una buena inversión. Un diplomado no corresponde ni a una certificación ni a un grado académico, por lo tanto no deja de ser tan relevante como un curso de capacitación… ¿debería de realizar una maestría o un doctorado? Si tu intención es dedicarte al mundo académico probablemente sí, en cambio, si piensas que una empresa te pagará un sueldazo por tener un doctorado has de saber que al 98% de las empresas no les interesa contratar doctores, excepto en áreas específicas de investigación o desarrollo. En cambio – y dependerá de tu experiencia laboral – una maestría que complemente tu formación profesional puede ser un trampolín a nuevos horizontes profesionales, en nuestro caso un MBA o una Maestría – por ejemplo – en manejo de proyectos puede ser la base para proyectarte a cargos gerenciales o emprender con tu propia empresa.