Un aburrido día viernes por la noche, muy aburrido debo recalcar, me dispuse a reabrir mi Facebook (durante una época en que lo mantenía cerrado) y al revisar el inicio me di cuenta del por qué había dado de baja mi cuenta algunos meses atrás.
Mirando por las noticias de quienes tengo como amigos, me encontré con que uno de ellos escribía una opinión un tanto polémica en su estado. Como era obvio, posturas contrarias no se hicieron esperar y se inició un debate bastante encendido. Más gente comenzó a unirse y con ello el nivel de intolerancia en el sitio comenzó a subir. Las personas que apoyaban las diferentes posturas eran incapaces de respetar la opinión ajena, de manera que los insultos gratuitos y sin fundamentos se transformaban en el caballito de batallas de cada parte.
Decepcionada, cerré mi Facebook, pero el tema quedó en mi cabeza. Me parece algo realmente increíble que ya en la época en la que estamos seamos incapaces de tolerar lo que dice el otro, en última instancia, ignorar lo que dice alguien cuya postura es contraria a la nuestra, si no que pareciera necesario crear discrepancias. Y no estoy diciendo que ello sea malo, al contrario, el debate es algo necesario para ir mejorando la sociedad en la que vivimos. A lo que apunto es a otra cosa…la falta de respeto.
Y me parece que todo esto ha ido potenciándose con la aparición de las redes sociales. Antiguamente los únicos medios por los que una pequeña parte de la población podía expresarse eran la radio, la televisión o los periódicos. Digo pequeña porque no todos tenían acceso a ellos. Sin embargo, hoy tenemos a nuestro alcance distintas plataformas como Twitter, Facebook, Tumblr o blogs en los que las personas más desconocidas plantean su forma de pensar. Pero con la misma facilidad en la que aparecen quienes expresan su opinión, surgen personas contrarias a ellas, y gracias al anonimato que nos entrega el internet, estos individuos se dan el derecho de insultar a quién se les plazca, a quienes no piensen igual que ellos.
Siendo así me pregunto, ¿No era el fin de las redes sociales, unir al mundo, globalizar? Porque irónicamente, en mi opinión, hace todo lo contrario. Denota mucho más los contrastes entre nosotros, y aún peor, fomenta la intolerancia.
Con gente así, otras personas son incapaces de escribir aquello que quieren decir por temor a que aparezca algún intolerante que, por pensar distinto a él, le envíe una sarta de insultos injustificados sólo por el hecho de pensar diferente. De esta manera, el fin de las redes se pierde. No se expresan opiniones, posturas frente a temas de interés mundial. Por ende, no hay debate. Y si no hay debate, ¿Cómo cambiamos a esta sociedad que tanto odiamos en algunas ocasiones?
Tenemos que ser personas más tolerante, gente. Aprovechemos las instancias que tenemos para opinar, que antiguamente la gente moría por expresar lo que pensaban, y ahora algunos tampoco son capaces de hacerlo por temor las personas de cerebro pequeño que te condenan por no seguir a la masa. Utilicemos lo que tenemos a nuestro favor, y no en nuestra propia desgracia. Opinemos, debatamos, no nos guardemos las cosas, pero ojo, que como dicen por ahí, lo cortés no quita lo valiente.