Escritura

El día en que recuperé la vocación de enseñar

Es un día sábado como cualquier otro. Suena aquella alarma con una melodía agradable que lastimósamente te recuerda que debes despojarte de aquellas ropas que resguardan tu descanso nocturno. Caminas al baño a medio despertar y te duchas. Al término de ésta te espera el pocillo de azúcar y el tarro de café al ritmo de una tetera que silba avisando que podrás hacerte ese café instantáneo que un tanto amargo terminas agradeciendo a la mitad de la mañana.

1 2 3