Es un día de lluvia en el centro de la ciudad y Alfonso sale raudo de su lugar de trabajo para dirigirse a su hogar. El frío se apodera de las calles, intentando penetrar por las bufandas, guantes y abrigos de la gente que a horas de la tarde transita con un rumbo pero sin un destino. Todo parece marchar bien en la ciudad, las personas en las cafeterías disfrutan de un tentempié mientras otros mantienen conversaciones con un teléfono celular, pero nada de lo rutinario pareciera sorprenderle ya.