Apreciación contemporánea de la comunicación

Hay tanto contenido multimedia andando por la Internet, circulando y ocupando espacio digital con aparentes razones que trascienden la lógica humana; pero si analizamos más, vemos el pasado, luego el presente, y notamos como se ha degradado el lenguaje y la apreciación por la comunicación, da para pensar de qué manera hemos «evolucionado» todo estos años.

El mundo está cambiando, y cambiará más

Se dice que la potencia de una calculadora científica supera la de la computadora abordo de la misión Apollo 11 (1969), y como lo señala el meme, una chica en un baño, puede tomar más fotos con su equipo móvil que todas las que se pueden tomar en una misión. Si bien, hay factores que minimizaron la eficacia de los equipos usados, comparaciones como tal hacen pensar de qué modo ocupamos espacio y exigimos que se monten cada día más servidores y se creen equipos más avanzados y se cree más disco duro y se exija minimizar espacio, a costa de destruir más medio ambiente. Y no va a que los precios han bajado, sino a que la gente ya no aprecia las cosas como antes.

Un pequeño ejercicio: para quienes recuerdan la última generación de equipos análogos, rememoren el esfuerzo y dedicación que se imprimían a cada labor de reproducir o capturar algo. El comprar casetes para esperar toda la copia desde otra cinta, o grabar desde la televisión el momento exacto de un programa en un VHS, o esperar a que toda la familia estuviera realmente preparada para tomar una fotografía, o mandar un fax, o el costo —aún considerable para aquella época— de realizar una llamada por teléfono fijo. El resultado era preciado y guardado con anhelo. Y tampoco olvidar ciertos sonidos o aromas asociados, que son dignos clichés para series que se animan a simular aquellas épocas, pero con más énfasis comercial que sentimental.

Ver el presente y lo fácil que resulta borrar una reproducción de un contenido y volverla a copiar, deja en ridículo la eficacia de aquellos medios. Aunque hay casos en que a la calidad digital le es imposible replicar la calidad análoga.

«¿Qué?» o «ke?» (sic)

Las generaciones actuales parece ir con la idea en mente que el mundo de ahora es demasiado complejo, por lo hay que simplificarlo aun más. No basta con que un equipo cumpla ciento de labores, sino que cada vez debe ser más compacto y más perfecto, pero también tan sustituible como el anterior con la justificación que hay que innovar o sino se queda en el pasado.

Esto lleva a que los tiempos sean cortados. El contemporáneo lenguaje escrito parece muy extenso y muy engorroso para ser escrito en su forma original por lo que se adopta y c kortn palabrz, o sé éxájérÁ Él ÚZÓ D SÍgNóz (Sic). Y con ello también sufre la comunicación verbal, la cual se ha simplificado en su fonética —el chileno no suele pronunciar las ‘s’ al final de ciertas palabras— o reasignar significados a palabras de uso cotidiano —el significado de ‘cacha‘ en mapudungún es ‘adorno‘, pero la actual cultura chilena le ha asignado un número considerable de sinónimos—.

Estas medidas se han aceptado por convención popular, ya que simplifican la labor del lenguaje entre sus participantes y con ello abriría paso a una comunicación más eficiente. Sin embargo, esa simpleza contradice con una mejora en la compresión del lenguaje, o en uso más intensivo de este. De un estudio publicado el 2011, un 84% de los chilenos no entiende lo que lee. Esto también va asociado al tipo de consumo de información, ya que el medio principal es la televisión, sumado al hecho de que los programas de mayor sintonía no suelen ser los que conllevan mayor carga cultural. El apego por la lenguas maternas y las preservación consciente, ligado a un vocabulario correcto, un léxico amplio, y un metódico y correcto uso de palabras y tópicos en los cuales se exige reflexión e intelecto no son conductas por las que se primen en la vida diaria; conducta que debería ser respetada desde las aulas, e incluso antes, desde el seno de la familia en los primeros años de vida de cada persona.

Valorar lo abstracto (?)

La comunicación en general se está deteriorando —mención aparte a las relaciones humanas interpersonales—, pero, ¿dónde empieza esto?

El Internet ha hecho explicito este cambio radical y es un canal propicio para que nuevas subculturas se alcen e impongan nuevos paradigmas del mundo contemporáneo —considerando también los impulsos primitivos—; pero el Internet engloba más que solo cables y aparatos tecnológicos, consigo además conlleva la creación y promoción de nuevos contenidos multimedia. Y con ello volvemos al inicio, de cómo se han impuesto conductas en que aparentemente el medio es infravalorado con la excusa de que el mensaje es urgente y que exige un canal para ser expresado.

En palabras más simples, el esfuerzo que significa acceder a un canal es directamente proporcional a la valoración del medio y la eficaz implementación del mensaje.

Un ejemplo. Acceder a Internet (canal), es simple para quienes tienen un teléfono inteligente, entonces la chica que se toma fotos (medio) en el baño realizará un montón de capturas y las compartirá con sus amigos por alguna red social, indicando, implícitamente, la necesidad de que aprecien su «atrevida» apariencia. A mi parecer, el mensaje conlleva a la infravaloración de la mujer —o al menos al estereotipo que respecta a esa mujer— al exponer la belleza como un juego y a apreciarlas por lo que expresa visualmente que intelectualmente. Por otro lado, consideremos a la gente que se comunica por cartas (canal), cuyo lenguaje escrito (medio) es aprovechado al máximo para expresar la situación actual del emisor (mensaje), maximizando la cantidad de detalles, considerando que los tiempos de envío y posible respuesta.

¿Hasta que punto se podría despreciar lo humano?

Entiéndase las siguientes palabras como opinión personal, las cuales me hacen completamente responsable, a causa de reflexiones personales.

Si la tecnología sigue avanzado, ya no sería necesario usar las herramientas físicas que disponemos actualmente; ya no será necesario traducir de análogo a digital. Todo será comunicado, como fuente, desde nuestro propio cerebro, y será escrito allí sin ninguna restricción o filtro que esté condicionado al albedrío humano. El control mental llegará a tal punto en que se podrá invocar sentimientos varios de forma remota, donde el medio explicito y su mensaje subliminal, ya no intentará apelar a las emociones, sino que se insertará el sentimiento y se adjuntará el mensaje. Las drogas no serían necesarias, ya que la simple liberación de hormonas, inducidas por impulsos artificiales, creará placer a niveles nunca antes imaginados por la biología humana. Los sentimientos se volverán tan extraños como la actual necesidad artificial del consumismo.

Seríamos una suerte de envases para memorias fantásticas, donde el equilibrio no importa, ya que todo puede ser satisfecho con simples impulsos, simulando compartirlos con el resto del mundo, cuando en realidad es un engaño a nuestras percepciones a que es correcto hacer lo que los demás hacen.

Por cierto, no me parece que estemos tan alejados de ello; simplemente falta que se pueda ‘escribir’ recuerdos y emociones directamente en la mente, sin pasar por canales cognoscitivos.

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