Déjeme preguntarle a mi jefe
Esta es la clásica respuesta que recibimos en diversos momentos y lugares cada vez que hacemos una solicitud, una consulta o un válido reclamo. Muchas personas, al parecer, simplemente están destinados a ser subordinados y tener que depender de la resoluciones de terceros. Y pareciera ser que esta situación les gusta; que era lo que ellas buscaban, que es normal y que corresponde.
Nunca he comprendido a aquellos que cumplen con este perfil.
Cuando pequeños, todos los padres intentan que sus hijos tengan las mejores posibilidades, los mayores de los alcances y accesos a cosas como buena educación, salud, lugares, momentos e instancias. Entonces, son típicas las frases como:
Selecciona bien a tus amistades.
Podrías pololear con esa amiga tuya. Hacen linda pareja.
No me gusta que frecuentes ese lugar.
Asimismo, cuando a un niño se le pregunta qué quiere ser cuando grande, las clásicas respuestas como: astronauta, veterinario, piloto comercial, médico, pintor, cantante o cualquier otra profesión tipo aparecen y son muy bienvenidas por todos. Pero,
¿En qué momento pasa un niño de querer ser astronauta a conformarse con depender de decisiones de terceros de manera tan básica?
No lo sé. No lo comprendo. Lo encuentro nefasto. Es como si este cambio pasara de manera instantánea en algún instante de la vida de dichas personas sin que nadie lo note. Querer es poder, y dudo ciegamente en que existan excusas válidas para justificar el hecho de estar dentro de esta categoría. Es decir, no hay motivos para soñar ser un astronauta y no serlo.
No obstante, estos casos son muchos y se repiten por cientos y miles. Podemos ver fieles representates de este perfil por todas partes que ven esto como algo normal y sano, cosa que creo, personalmente, no es así.
Un ejemplo
El clásico ejemplo de este caso puede verse rápidamente en la atención al cliente en tiendas de retail en donde cada trabajador coharta a sí mismo su libertad cada vez que tiene que tomar una decisión. Y es que quizás el camino más fácil es aquel en el que otro hace propias nuestras tomas de decisiones. Mal.
Cada quien debe ser capaz de tomar sus propias decisiones. Si bien muchas veces existen cargos de mayores responsabilidades que otros, esto no se debe confundirse, por una parte, con el abuso de poder ni, por otra, con la sumisión.
Y así, como dijo Josemaría Escrivá de Balaguer:
Es verdad que nadie puede estar cierto de su perseverancia… Pero esa incertidumbre es un motivo más de humildad, y prueba evidente de nuestra libertad.