Existen algunos temas de conversación particularmente largos y para algunos bastante agotadores. Ya sea aquello que tenga relación con equipos, bandos, colores, visiones de mundo, creencias, y en fin, esa amplia gama de posibilidades, en que algún individuo puede optar por un trozo distinto al de un oponente.
Me voy a centrar en solo uno de ellos por hoy. Es que personalmente encuentro imposible hablar de política dentro de un circulo de amigos. En nuestro país la mayoría de las personas hablan de ella con un notorio sentimiento, abanderándose desde un principio con algún color. No muchos hablan desde un punto neutral, viendo lo bueno y lo malo de todas las propuestas que puedan ofrecer los rostros visibles en la palestra. Es desagradable escuchar opiniones con fundamentos rebuscados, que en la casi totalidad de los casos, buscan defender el punto de vista que los padres o familiares y mas cercanos han inculcado.
En Chile el golpe de estado dividió a las personas en dos grandes bandos, hace ya un buen tiempo. Los jóvenes no hemos vivido eso, no obstante, algunos se identifican con alguna postura en especial, sintiendo como propio el sentimiento que personas mayores o generaciones anteriores han considerado como válida.
Me ha intrigado el escuchar «Los jóvenes se refieren a los políticos como viejos que son, pero ellos en su mayoría comenzaron a la edad de ustedes»
No hay nada peor que un adolescente hablando de política sin haberse informado previamente. Por eso, me adjunto con todos aquellos que en las conversaciones se quedan de brazos cruzados sin opinar, ya sea por falta de argumentos, por ignorancia, o por desinterés. Mas, se puede apreciar que todo aquel que abre la boca para hablar del tema, intenta persuadir a los demás con su discurso, influenciar en la forma de pensar del oyente, y nunca dará su brazo a torcer, literalmente vomitando. Es así, y en muchísimos casos, en alguna mesa con mas de cuatro personas dispuestas a hacer oídos sordos, y esperar el momento en que el hablante se calle para defender su color político, e intentar tercamente impregnar a todos con su postura.
Es recurrente en conversaciones de ebrios escuchar estos debates interminables, ahí, justamente cuando la persona se vuelve mucho mas segura de si misma. Las dos versiones mas concurridas -Si es que no, las únicas dos que siempre salen a la batalla-, son la derecha e izquierda. Es habitual para aquellos que no estamos interesados en lo mas mínimo por defender alguna de ellas, que nuestra tertulia se de por terminada. Porque es, sin decir mentira alguna, uno de los tópicos mas desagradables y largos para conversar en una junta de amigos. Como dije anteriormente, el panorama se vuelve aun peor si hay gente bajo las influencias del alcohol y tienen ellos una postura definida.
Nuestro país se mantiene siempre en la lucha de quien es el mejor, o Pinochet o Allende. Dos señores que están muertos hace ya buen tiempo. Los neutrales podemos limitarnos a sentir respeto por aquellos que perdieron a alguien durante ese periodo. Nada mas.
¿Que me dicen de aquellas personas que después de veinte años de Concertación, culpan al actual presidente de derecha, de todo lo que no se ha solucionado? Me parece poco cuerdo, y en efecto, lo es. No defiendo a Sebastián Piñera, ni intentaré hacerlo. Solo puedo decir que es evidente que todos los presidentes han hecho algo significativo durante los últimos años, digo, no por nada tenemos un país, por decirlo de alguna forma, estable.
A todos aquellos jóvenes que opinan sobre alguno de los dos bandos, incluyéndose en uno de ellos, seria ideal que intentaran leer bastante e instruirse para hablar con razones válidas y no escupir tantas ideas erróneas. A los demás, los neutrales o desinteresados, poco les debe importar esto, al igual que a mi. Muchos no seremos políticos de todas formas, o simplemente no nos interesa por el momento.