Todos buscan la felicidad. Una emoción, tan abstracta, como el resto de las emociones. Es propia del ser humano, es propia del mundo que hemos creado. Pero como se crea, se transforma. Ahora ya no basta con solo sentirla, sino que además hay que tocarla.
Material
La masificación de las marcas publicitarias y sus productos han impulsado a los publicistas a afinar sus técnicas y a apelar a otros aspectos al momento de persuadir. Ahora ya no solo promueven las bondades del producto, sino que también le han un aparente sentido a las personas a utilizarlo, y para ello evocan recuerdos, sensaciones y instancias genéricas para la cultura, haciendo a la gente creer que el mensaje no es «cómprame y úsame», sino que «úsame y se feliz». Aparentemente la vida no está completa si no lo tienes. Olvidar el sacrificio que hay de por medio y engañarse de que el beneficio es mayor. Y todos lo aplauden y hacen creer que es así: ahora eres parte de la red de personas que está por sobre los tristes seres que aun viven en lo primitivo.
La simplicidad y humildad material se ha convertido sinónimo de tristeza. No ser parte de la ola les parece que es caer en el pasado, en el pretérito que no conjuga con el vertiginoso presente.
Pero lo material es efímero, temporal; lo es así el sentimiento que lo envuelve. Que se rompa o sea robado significa más una perdida en su valor o el sentimiento comprometido, que el esfuerzo que se tuvo que realizar. Y así se entra en un ciclo de dependencia, donde solo se toca, pero no se siente en el interior, no abriga, no acoge, no habla. Solo está ahí para ser olvidado.
Estímulos
El ser humano siempre trabaja con estímulos, con objetivos, con motivaciones. Si no tiene motivo para estar ahí o hacer algo, no lo hace o lo hace de mala gana.
Las motivaciones han sido marcadas de algo «cursi», débil, inútil para este frío mundo que nos acoge. A las mujeres se les han permitido ser sentimentales, con la condición de ser vistas inferiores. Los hombres deben ser fríos, o sino serán tildados de «maricones» y reducido según sea necesario. El resto de los animales parecen tener sentimientos, y nos hacen creer que estamos al mismo nivel de inteligencia, a pesar de no ser así. por el contrario; el ser humano posee una capacidad única: el autoconocimiento. El ser humano puede saber lo que hace, lo puede dominar, lo puede controlar, valorar, enseñar, adaptar a su antojo y no solo de la medida de los estímulos del entorno.
Es más inteligente aquel que sigue su propio camino y logra triunfar de si mismo, que aquel que sigue a la manada esperando que el camino al infinito llegue a lo perfecto
Incalculable: es invisible a los ojos
La gente que tiene problemas busca sentir la satisfacción a través de instructivos como quien hace un plato de comida, o fabrica su propia casa. El objetivo es el mismo, los pasos planteados no variarán; lo que si no será igual es el ímpetu, valoración, métodos y resultado, todos ingredientes de una receta que busca ser instantánea. Se trata de compensar con lo material. La alegría producida es proporcional al costo del producto. No así la satisfacción, y menos el aprecio hacia la otra persona. Valorar, quizás. Apreciar, querer, usando esos métodos, difícil.
Los sentimientos para la mayoría del género masculino parecen ser una membrana débil que debe ser ocultada bajo capas de estereotipos y estilos; superficialidades banales.
La conexión con otra persona no es algo que se construye. Es algo que crece, tiene vida propia. La sinceridad y humildad es la luz que hace crecer esta planta interna. Hablar a la distancia puede ayudar, pero más es valorado aquel encuentro que se realiza mirando a los ojos; la ventana del alma.
Las amistades crecen cuando nos quitamos las mascaras, cuando decimos quienes realmente somos y no sentimos pudor. Como los amantes que están dispuestos a desnudarse sin temor a pesar de las edad y las diferencias. No todos hemos vivido lo mismo, no todos sabemos lo mismo, menos sentido lo mismo, pero cuando más se desea sentir lo que sintió la otra persona y comprenderla (no necesariamente compadeciéndose de ello).
Entender que las personas son apreciadas cuando hacen algo que realmente significa algo, y siente consistencia que permite dar un paso, es parte del concepto de inteligencia (emocional más que cognitiva).
Ir más allá de un simple saludo o una conversación sutil acerca de labores varias es algo que se ha considerado más una intimidación más que un intento de acercamiento honesto. Desafortunadamente también se nos ha enseñado a desconfiar exageradamente, sin considerar lo que la otra persona está entregando. Darse cuenta de que los sentimientos es algo recíproco es esencial para comprender el límite.
A pesar de todo, las personas siempre están dispuestas a abrazar a un ser querido. Los prejuicios y la inútil valoración que hay entorno a ellos intimidan. Pero cuando el amor trasciende aquellas barreras, no importa lo que digan lo demás: el sentimiento se expresa a pesar de todo. ¿Y lo material? es un medio para un fin sincero: la felicidad.
Lo material, los hechos, ahí están. Existen y se esfuman, como la vida. Pero lo que da sentido a la vida no es lo que tenemos, sino que apreciamos como nuestro.
Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.Antoine de Saint-Exupéry. El principito, pág. 83.