La niña del bolso de mezclilla

La intriga de no saber nada pero a la vez saberlo todo

Día sábado en primavera, de esos que sales abrigado pero a las 12 del día ya estas con calor, me subo a la micro llena y me quedo parada al lado del chófer. Cerca de mí está una niña, con parada de adulta pero cuerpo de pequeña.

Me entra la duda de porque esta niña se para así, con un desplante tan de mujer adulta que me causa impresión, unas manos de joven, pequeñas y muy sucias.

Estaba vestida de tal manera que esa ropa regalada se pudiera usar bien, cortada y bordada para que le quedará de su porte, pero era inevitable notar que algo extraño tenía.

En su mochila de mezclilla tenía algo muy pesado, cerca de ella cuidándolo como si fuera un tesoro, me entra la duda de que será pero ni se me ocurre hablarle un poco.

Su pelo tomado dentro de un gorro, un cintillo del mismo color que su polera más grande que ella, naranja. Unos pantalones muy sucios y unas zapatillas a medio vivir.

Siento que es una de muchas niñas que tienen que pasar a ser mujer desde pequeñas, no le doy más de doce años, si es que diez. Y sigue parada ahí con ese destample tan mayor.

Ya esta por llegar a su parada y cuando le habla al chófer me doy cuenta que es muy niña, en voz baja y dulce a la vez le dice al conductor que pare ahí.

La niña del bolso de mezclilla se baja en el Cortijo, corriendo de felicidad sin soltar su bolso, corriendo y corriendo desaparece de mi vista, pero me deja con algo en mi interior que aún desconozco.

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