Gente que actúa en rebaño guiada por un pastor ficticio, que no destaca sobre alguien porque no siente la necesidad de hacerlo; si hacen algo es porque todos lo hacen, y no innova en aspecto alguno en la vida. Hablamos de las masitas, las personas que se comportan como las demás y como nada más.
Estamos en un semáforo esperando una luz verde como cualquier día en que debemos salir y en un momento dado una persona se impacienta y cruza entre los vehículos que están circulando. Pero luego, a esa persona se le suman tres o cuatro realizando la misma acción. Y puedes preguntarles un porqué. De seguro te responderán “porque él lo hizo”. Pareciera que su poder de decisión por sí mismos está perdido en alguna zona remotísima e imposible de acceder de sus cerebros.
Ese es su modo de ser en muchos aspectos de la vida contemporánea normal, en el trabajo son los típicos que no emiten reclamo alguno sobre la imposición de algún superior acerca de realizar labores coprogramáticas a las especificadas en un contrato, llámese a esto ir a sacar las fotocopias o servirle café a los colegas.
Y obviamente que la gente que puede tomar provecho de esta situación lo va a hacer, ya sea por un fin benéfico colectivo o personal. Digamos que, tomar el control de un pequeño rebaño no es difícil si se tienen las herramientas mentales necesarias para hacerlo. Por dar un ejemplo simple, puedes conseguir compañía a todos lados si es que tienes cierto poder de convencimiento; como las masitas carecen de poder de decisión, la respuesta en la gran mayoría de los casos siempre será positiva.
¿Y quién tiene la culpa de esto? La televisión. Vaina para el próximo artículo.