Progeria me provocan esas viejas de mierda que andan en pedazos de 4×4, que se nota a cuadras de distancia que no son de ellas. Se les ve incómodas manejándolas y les cuesta hacerlas doblar en las esquinas; para qué hablar de cuando las tienen que estacionar. Obvio que es la camioneta del esposo o del hijo: si es la del esposo, obvio que ella se casó por conveniencia con él, porque era un buen partido. La vieja no ha sido nunca más que dueña de casa. Al tipo le ha ido siempre bien en la vida y ella, ni tonta ni perezosa, se aprovecha de ello: vieja sebosa. Si es la del hijo, es una camioneta comprada con el esfuerzo y rigor de alguien que se educó solo, que trabajó y consiguió por sí solo la independencia respecto de los pobres bolsillos y mente de su madre con nada de su apoyo. Todo, para que la señora ésta se ande jactando por el centro de la ciudad o ante sus amigas que también le sacan las SUV a sus esposos o hijos.
En el remoto caso de que la camioneta sea de ella, hay varias opciones: (1) se la compró el esposo o el hijo y se la traspasó legalmente, (2) se la compró ella, pero con dinero o de su esposo, o de su hijo o, (3) se la compró ella, con su dinero, pero al pedo, porque en realidad se la compró en agosto aprovechando los ofertones de cambio de temporada, dio un miserable pie del 2% del valor de la SUV y el resto lo pasó por el banco Falabella a 72 cuotas de gamba-sesenta cada una.
De la camioneta: siempre será no más que un Great Wall Haval o una Hyundai Tucson (a lo sumo una Santa Cruz) gris, navy blue o el siempre feo y fome blanco, siempre será comprada nueva y se le conservarán los plásticos de transporte en los asientos tanto tiempo como sea posible. Nunca tendrá accesorios de ningún tipo: la vieja culiá ésta y su familia no tiene nicagando casa, parcela o cabaña ni en el campo, ni a orilla de lago. Tampoco van a la nieve. Es más, ni siquiera la conocen, los muy desclasados. Y así la tienen y la usan hasta que antes del año la venden, es demasiado pagar la gamba-sesenta mensual.
La verdadera SUV, la del que de verdad tiene para pagarla y le da el uso para el cual fue concebida es una Volvo XC90, una Audi Q7, una Mercedes GLK, una Range Rover Vogue o similar –Gran Cherokee nunca, demasiado popular— siempre equipada con un porta-bicicleta o porta-ski Thule o Montblanc —nunca maletero de techo, muy C2— y nunca en la versión sin adicionales. Estas camionetas frecuentemente van al Mall Sport en busca de equipo para subir a Valle Nevado —lugar que, evidentemente, la vieja sebosa no conoce y del cual, de hecho, desconoce su existencia— o bien a por equipo para sacar la moto de agua al lago una-semanita en verano.