Paremos la locura femenina

Somos muy especiales las mujeres: no es ninguna novedad que el peso ha pasado a ser un trofeo social y un motivo de competencia entre nosotras las féminas. Ojo: el peso, no la salud o el bienestar físico. Hace unas semanas me tocó vivirlo por mí misma, había estado una semana con un cuadro viral entre faringitis y vómitos, naturalmente mi cuerpo reaccionó y baje de peso, cuando volví a clases recibí el alegre comentario “¡Oye pero que estas flaca! ¿Qué hiciste?”. Preferí a sonreír y levantar los hombros.

Es que al final hemos llegado a un punto de locura colectiva en que estar delgado es la meta, da lo mismo como lo hago. Es ahí donde surge todo un mercado con Groupones dando ofertas para mil y unas formas para modelar el cuerpo desde una camilla (tratamientos reductores, masajes, uranio radioactivo, etc) donde se fomenta el fin en sí mismo más que la salud y un equilibrio de mente-cuerpo.

También el tema pasa por lo emocional: conozco muchas mujeres lindas, simpáticas e inteligentes que se deprimen por el número que marca la balanza, para quienes les cuesta elegir ropa y salir de la casa es todo un trámite. Recuerdo un artículo que leí hace un tiempo en la revista Ya en la cual un estudio declaraba que la mujer chilena no buscaba estar delgada para ser más atractiva para su pareja, sino para validarse ante sus pares femeninos. Lo cual no deja de ser cierto, estoy bajo la impresión que muchos hombres prefieren tener una compañera sana, que los acompañen a comer bien y que se sientan bien consigo mismas que a una mujer idiota (porque sí, el hambre pone idiota) consumiendo la mitad de su cuota diaria de calorías y que les hace la siempre incómoda pregunta “amor, ¿estoy gorda?”, digo incómoda porque puedes responder un certero no y no te van a creer y que el sí tiene harta implicancia emocional. Una de las grandes frases que ha dicho mi hermano en torno al tema (que pasa tanto por el peso, estrías y cualquier imperfección que tiene el cuerpo humano) “a ningún hombre que se precie de tal, le va a importar eso”.

Es una locura en sí misma: no nos gusta que nos llamen gordas pero somos las primeras en apuntar a nuestra compañera que subió de peso o comentar lo mal que le queda el vestido a Susanita. Y aquí todos somos culpables.

Propongo que paremos esta locura femenina, hacer las pases con nuestros cuerpos y el del resto, promover una vida sana. Y así como habemos muchas que realmente no nos importa si nuestro pololo/pareja subió de peso, usemos la misma regla para medirnos a nosotras mismas. Quererse, buscar vestirse bonita y sobre todo vivir y dejar vivir.

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