Toda la gente piensa. Independiente de qué estén pensando. Así como hay personas que en este momento podrían estar pensando en qué sucederá en el tiempo futuro en algún guión televisivo nocturno en tiempo real, otros quizás podrían estar discerniendo sobre el presupuesto familiar, algunos estarán divagando, y unos pocos probablemente debatiendo con un ente imaginario sobre temas de alto nivel intelectual. A simple vista puede sonar de que todos aquellos pensamientos adquieren rumbos diferentes y llegarán a conclusiones que difícilmente podrán ser correlativas unas con otras, sin embargo, algunos de estos pensamientos, independiente del tópico o el grado de intelectualidad que éstos podrían conllevar, van con un destino en común: el reconocimiento.
Como ya muchas veces he dado de manifiesto en artículos anteriores, el ser humano en su faceta común es un ser que es dependiente del resto en cuanto a su actuar refiere. Es dependiente de una opinión, del comentario que tenga el otro para saber si es que sus propias acciones están dirigiéndose a buen puerto en cuanto a las normas de la moral que los rige de cierto modo. Entonces podría, en todo esto, caber la posibilidad de que la gente piense para obtener reconocimiento, que se le sea reconocido como un ente intelectual según la opinión de los demás.
El reconocimiento es algo que por lo que el hombre tiene ambición desde que se le tiene registo. Actúan en pos de que alguien le reconozca por ese actuar. Y a su vez, provee de satisfacción al dar la sensación de que se están haciendo las cosas bien. Y una relectura hará bien para iterar en la mente un concepto que es destacable dentro de este análisis: el actuar.
El reconocimiento en su menor estado viene de la opinión sobre un actuar. Sin embargo hay gente -y ahora sí volvemos al tema principal- que aspira a obtenerlo por lo que piensa. Que su mente y no su labor sea el que provea de esta satisfacción especial. Y ejemplos hay muchos, es cosa de recordar a cualquier humanista célebre. Y así como hay gente que desarrolla su pensar para que se le reconozca, hay otros que prefieren culturalizarse, aumentar su conocimiento en distintas materias, hay quienes desarrollan su mente para sí mismos, no para recibir una opinión.
Este tipo de personas siempre será diferente al común de la gente -y superiores, según el punto de vista de dónde se le mire- ya que no dependen del resto o de una opinión proveniente de ellos, son entes que funcionan de forma autónoma e independiente para generar su propia opinión, y así obtener un tipo de reconocimiento que es más puro que cualquier otro, la satisfacción personal.
Este artículo nació luego de una interesantísima conversación con Valeria vía Facebook. ¡Muchas gracias por la inspiración!