En su momento solía escribir muchos artículos en este blog, pero últimamente, por alguna razón, he perdido la «chispa» para hacerlo. No que que fue en su momento, pero la creatividad brotaba generosamente hacia textos que emanaban mensajes y sentimientos. Hoy, esa fuente creo que se ha secado.
No suelo ser muy motivado para realizar cosas, a no ser que algo me motive a hacerlas, ya sea por presión o inspiración, pero, sea lo que haya sido, algo me motivó en mi para escribir muchas cosas. Me explayé acerca de mis emociones, sentimientos, acerca de criticas al mundo que me rodea y al que está más allá de mi control, acerca de lo que he vivido y que lo que espero (y también que no espero) vivir. Todo salía tan fluido, pero ello se perdió.
Hay que ver ciertos hechos que me han afectado en este proceso: la baja en la cantidad de libros que leía, la cantidad de tiempo que dedico a reflexionar, la exigencia de la universidad, la demanda del trabajo. Muchos factores que colapsan la mente y la saturan de tareas por realizar, que generan conflicto en el tiempo y que al final todo resulta en una maratón de actividades por realizar con la mejor calidad en cortos tiempos.
O quizás sea otra cosa. Ya no me siento tan reprimido como antes. Se ha puesto un sensible, pero estable equilibrio en mi vida, y ya no está la presión de desahogarme y decir lo que pienso. Lo que siento, lo que vivo ya lo he explayado en artículos anteriores. No por ello se de dejan de formar nuevas inquietudes, pero que tampoco tengo la voluntad de extender más allá del la solución inmediata. Todo va hacia la necesidad de decir algo; solo que siento que ya lo he dicho todo. Pero no es así.
Nunca es tarde para hablar. Nunca se es muy viejo para dejar de aprender.
Quiero generar nuevas ideas, revolcar en la duda y sentirme acogido con las respuestas. Coexisten tantos conflictos en este mundo que dentro de mi siempre está el «bichito» que me mantienen pensando en algo, con diferente pasión, pero con un fervor constante hacia el equilibrio espiritual. Es raro mencionarlo de ese modo, pero la necesidad de comunicar ya está satisfecha, pero siempre se puede apostar hacia la «necesidad adquirida» para decir algo más.
También pienso en esas personas que en su momento escribieron en este blog y que ahora ya no participan junto al equipo. Siempre se puede decir algo, pero no siempre está el tiempo. Hay quienes a pesar se ello han vuelto a insistir, con diferentes resultados, pero que a la larga las exigencias de la sociedad colisionan con ciertas libertades personales.
Muchos blogs se han dejado de escribir por la misma razón, y aburre leer siempre la misma excusa: «ya no tengo tiempo». Tiempo siempre hay, pero va en cada uno en que lo ocupa. Si esto sigue así, nos reprimiremos en consumidores de noticias vacías, en vez de ser generadores de contenidos. Es una batalla interna contra la sociedad que exige bajar las revoluciones y seguir la corriente. A veces llorar o reír no es tan malo como lo dicen; lo hacen sentir a uno más humano, y menos máquinas.
Dedicado a todos y todas quienes han dejado una parte de su ser al dejar de escribir sus emociones.