Una de las peores frases que como hombre puedes recibir por parte de una amiga es un «Te quiero, pero como amigo» justo después de confesar ese incómodo sentimiento de amor ante la que hasta ese momento era tu amiga.
Pero esto es sólo el desenlace de un proceso
Lo primero es reconocer nuestro sentimiento hacia la persona. Y no ante ella, sino que consigo mismo. No siempre es fácil, y es común pensar que no es verdad, que no corresponde, que es una confusión o que simplemente es una estupidez pasajera. Simplemente pensamos en que estarse enamorando de una amiga es imposible. Eso no es propio de un amigo, pensamos. De cualquiera otra, menos de ella, decimos.
La segunda fase de este proceso es tomar la difícil decisión de comunicar el sentimiento. No es menor enfrentarte a tu amiga, a tu confidente, tu compañera para darle la noticia de que quizás la relación existente tenga que pasar a un nuevo nivel o quizás, lo sabemos, extinguirse.
Como último, viene la que quizás sea la más difícil de las fases de este proceso: decidirse a contar nuestra verdad. Misma verdad que probablemente hemos guardado en silencio durante mucho tiempo. Demasiado, quizás. Cuando la decisión está tomada, no hay más. El momento de la confesión es inminente y no sabemos cómo lo haremos, que diremos ni mucho menos cuál será su respuesta. Pero este proceso no viene solo, sino que acompañado de otros tres hitos:
La confesión:
Intentamos planificar de la mejor manera posible este momento. Pensamos en la forma en la que se lo diremos, buscamos las palabras perfectas. Buscamos también un lugar, un día y un contexto que nos favorezca. Buscamos alguna actividad como pretexto. Es nuestra amiga, conocemos sus gustos, tenemos lugares y actividades comunes y de nuestra parte tenemos toda su confianza.
El momento:
Nos preparamos para esto, pero aun así no sabemos cómo decirlo. Ahora sí se lo digo, pensamos. No lo hacemos. Este es mi momento, nos dice nuestro inconsciente. Seguimos sin delatarnos. Finalmente, la confesión se manifiesta en un momento, lugar y condiciones más bien vinculados a lo aleatorioque a nuestra elaborada preparación. Nos delatamos y no hay más. No sabemos qué hacer.
La respuesta:
Ese momento en que no sabemos qué hacer. Viene el momento de la respuesta. No son más que un par de segundos, pero nos parece un tiempo sin límite. Frente a ti tienes a una mujer que ya no sabes qué relación tiene contigo. La respuesta es inminente. Te quiero, pero como amigo, te responde.