Que el sentimiento de amor se entremezcle con el de amistad es mucho más frecuente de lo que creemos y no sólo se manifiesta a través de la nunca bien ponderada frase:
Te quiero, pero como amigo
, tal como escribí en mi artículo Te quiero, pero como amigo en el cual, en resumen, hablé de lo desafortunado que podría llegar a ser confesar sentimientos de amor a quien nos ha acompañado como amiga. En oportunidades, como nuestra mejor amiga.
Muchas veces no hay confesión de por medio. y la mezcla de amistad y amor se da en la medida en que se desarrolla la amistad. Es extraño, pero al parecer hay relaciones en las cuales mientras con los años desarrollamos una profunda amistad, simultáneamente muchas veces dándonos cuenta pero sin aceptarlo con un sentimiento de amor hacia nuestra amiga. Sucede y en oportunidades esto nos incomoda. Sabemos que deberemos sacrificar amistad por amor o bien, amor por amistad. No queremos perder a nuestra amiga, pero no aguantamos las ganas de tener una relación amorosa con ella. Pero entonces:
¿Qué hacer?
Pensamos. Seguimos pensando. No llegamos a nada. Tenemos tres opciones:
- Ganar una historia de amor, perdiendo una amiga.
- Conservar una amiga, perdiendo la posibilidad de tener un amor.
- Hacer un intento infinito por convivir entre los estados anteriores.
Primero: Ganar una historia de amor, perdiendo una amiga
Esta es la opción que quizás nuestro corazón reconozca como la más evidente y la que nosotros mismos hemos deseado tomar en más de una oportunidad. Pero el miedo a perder a nuestra amiga nos imposibilita adentrarnos en el ámbito amorosa junto a ella. Descartamos esta opción pensando siempre en el bien mayor; en la conservación de esa amistad que tanto valoramos. Entendemos, entonces, que la amistad entre un hombre y una mujer sí existe.
Segundo: Conservar una amiga, perdiendo la posibilidad de tener un amor
Nos quedamos solteros, quizás coartando la posibilidad de desarrollar una interesante relación a costa de conservar a nuestra amiga. Y más que eso, de conservar una larga relación de amistad. Quedamos en una condición tipo:
Gato con hambre afuera de una carnicería
, entrando en esa extraña relación del amigo Sprite o como quieras llamarle, en donde por muy amiga que le hagas saber que es, la piensas y la sueñas con otras intenciones un tanto alejadas del sentimiento de amistad.
Tercero: Hacer un intento infinito por convivir entre los estados anteriores
Esta opción, de ser la elegida, podría llevarte a consecuencias simplemente desafortunadas. Además de ser algo desgastante para ambos, significa dividir la relación con esa persona entre la amistad y el amor. En la práctica, tendrás que dividirte entre el pololo que llevas dentro y el amigo que también se espera seas. ¡Todo a la vez, y con la misma persona!. Personalmente (y aún cuando lo he hecho) recomiendo no hacerlo.
Conclusión
Definitivamente la mejor opción es dejar que las cosas fluyan. Si terminan casados y divorciados, bien. Si la relación nunca pasó más allá de una larga amistad de años, bien también. No forzar nada, ahí está la clave del éxito. Dejar que la naturalidad de las cosas permitan que la relación llegue hasta donde tenga que llega, sin ningún tipo de perturbación externa que coarte la felicidad que quizás juntos están destinados (sí, creo en el destino) a vivir conjuntamente.