Cómo es estar no enamorado

¿Os acordáis de cuando no estabais enamorados?

Yo últimamente tengo ganas de enamorarme de alguien y que ese alguien se enamore de mí. Quisiera poder estar al lado de una persona que por mucho tiempo que pasemos juntos, no nos aburramos.

Hablar de todo aunque no tenga sentido y seguir queriendo hablar más y más con esa persona. Despertarme y ver sus ojos llenos de alegría por tenerme a su lado.

Quiero sentirme querida, quiero sentir que soy la razón de la sonrisa de alguien; sus pensamientos antes de irse a dormir y al levantarse, la acompañante en sus planes de futuro, esa persona de la que hable a todo el mundo y a la vez a nadie.

Quiero que me acaricie y me de besos en la frente nada más despertarse, levantarme y ver que me sigue vaya a donde vaya, que quiera compartirlo todo conmigo, «que lo tuyo sea mío y que lo mío sea nuestro», que me coja de la mano cuando vayamos por la calle, que sea sincero conmigo y podamos tener una historia, no como aquellos que te juran amor eterno y acabas siendo un capítulo.

Sinceramente, creo que nunca he llegado a querer a nadie de esta forma, hasta el punto de decir «daría mi vida por ti», ni yo, ni muchos de vosotros. El problema es que confundís el estar enamorado con querer mucho a alguien. Yo he estado cerca de sentirme así, o al menos eso creía, pero mejor que no haya sido, porque el amor es cruel y duele.

Tampoco he decidido ser como soy, mi personalidad es una especie de muralla que me protege de aquellas personas que no son para mí, que no me corresponden y me acabarán haciendo más daño del que ya me han hecho. Por eso soy fría.

El no estar enamorado te hace ser así. El hecho de ver cómo la gente hoy en día se engaña, no sólo a su pareja, si no a sí mismo, te hace pensar que no tiene sentido «enamorarse», ya que hoy en día se confunde eso con un simple capricho. Yo no sería capaz de decirle a alguien «te quiero» el segundo, tercer, cuarto o quinto día de conocerle; un «te quiero» vale más, y un «te amo» ya ni os cuento.

Por eso soy así. Dicen que cuando una persona es distante y exigente a la hora de elegir pareja, luego en la relación dan todo de sí mismos, porque saben que no están con «cualquiera» y que lo que tienen realmente vale la pena.

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