Es una extraña combinación, pero contraproducente por donde se mire. La biblia lo demuestra con las consecuencias asociadas a los personajes que quieren usar ese beneficio en su propio bien. Y la sociedad culpa a los mentirosos, ya sea por una cosa de herencia – que la biblia entra nuevamente a justificar las acusaciones – de sus padres, abuelos, trabajadores, etc, etc, y etcétera; o por moral. Pero en los casos donde la moral pone un «pero» que abre debates y genera leyes y algunos mal entendidos, es la puerta trasera para las falacias, que tienen base sobre la honestidad y lo que es supuestamente humano.
Robar pan al rico para dárselo al pobre es el típico ejemplo; robar no es lo mismo que mentir, pero ambos son pecados. Mentir para mantener el bienestar de alguien, debería considerarse humano; bajo las bases de que las emociones son humanas (entre ellas la empatía) no debería haber un contra para amar a alguien, incluso si hay que ocultar la verdad. Muchas vueltas…
El punto es que si para amar a alguien libremente hay que encerrarse en una mentira, no sería lo más ético, en un mundo donde todos son iguales. Pero si la verdad nos cierra más puertas de las que ya estarían abiertas por la intransigencia de las generaciones ancianas – obsoletas, quizás; cerradas de ese carácter abierto –; entonces para no corromper el resto hay que mantenerse callado, aislar la libertad, simular el albedrío, y satisfacerse de las ventanas de intimidad que se abren en ausencia de las patrullas del «ministerio del amor» (véase libro 1984 de George Orwell).
Todos queremos esa libertad, pero en un extraño giro nadie la quiere conceder, ya que no son capaces de abrir más espacio en su mente – y a la vez resignarse a lo diferente y prescindir de lo material – para general igualdad; en cambio simplemente te quejas porque te molesta, aun que no esté en tu cara. No muchas veces las acciones para contrarrestar la diferencia son directas (como una ley); suelen ser consecuencia de los actos o extensiones de los prejuicios los que tienden a ser rechazados simplemente porque a sus padres (o quien les heredó la mentalidad) también le molestaba; o por traumas que se encierran y mutan, y explotan cada vez en que la libertad se ve – supuestamente – amenazada.
Entonces, si hay que encerrarse, mentir, privarse de la libertad para ser humano, simplemente vivamos en cajas de fósforos y olvidemos lo que es compartir, la empatía y la paridad, porque nuestro espectro de libertad se reduciría a nuestro ego y nadie estorbaría. Pero ¡Sorpresa! El ser humano por instinto es un animal que se mantiene en comunidades, y requiere de la cooperación del entorno para su propio beneficio, independiente de la ideología o “ideal de normal”. Desafortunadamente cada vez las cajas de fósforos se hacen más chicas y frágiles, o eso demuestra mi entorno; aun que tengo la esperanza que las próximas generaciones acepten al resto como es, y básicamente se acepte a si mismo.
Nota del autor: Agradezco la oportunidad que se me ha brindado para publicar en este blog. Espero que este y los próximos artículos les provoque algo en como ven la cosas, de la misma manera que esta corta vida me ha mostrado la realidad que me rodea – a pesar que solo he visto la punta del iceberg -, con sus consecuencias y sus excepciones. Gracias.