Recuerdo mis años de adolescencia cuando mi padre solía decirme que uno a su pareja debía quererla, amarla y apreciarla. Sin embargo, en este corto tramo de la vida he podido percatarme de que para mantenernos enamorados hace falta algo más que amar.
El amor como tal envuelve un sinnúmero de factores, los cuales bajo el ataque constante de la feniletilamina en nuestros estómagos se nos hace dificultoso percibir, pero que sin embargo se encuentran presentes, complementando o condicionando un compromiso adquirido con nuestra pareja. El problema radica cuando luego de que el tiempo avanza las relaciones varían, las circunstancias ya no son las mismas, y aquellos lazos débiles terminan por caer, al verse sumergidos en una irremediable pérdida de interés. Entonces el amor no fue suficiente, y la complicidad tampoco. ¿Qué hay de la admiración?
Transportándonos a aquella tertulia del fin de semana y entre toda la gente te fijas en una persona en especial porque destaca entre las otras, porque es de tu gusto, quizás su vestimenta, sus adornos también, y sientes en tu interior aquello que muchos llaman amor a primera vista. Pero, ¿por qué ella?, ¿qué la hace especial? Sus virtudes (físicas o no) destacan y producto de la pasión del momento sus defectos parecen ínfimos. ¿Acaso ello no es una señal clara de admiración? ¿No son aquellas parejas que constantemente admiran a la otra por lo que es o por lo que hace, aquellas cuya relación se hace muy duradera y plena?
Es el elogio justificado, hacer sentir apreciada y valorizada a aquella persona. La admiración en ningún caso significa dependencia, no es el sentirse inferior, no es el desvalorizarse uno para hacer depender esa valía únicamente de la pareja, recordemos que en nuestro entorno quizá haya más personas que la brinden. Y tampoco representa el sentido opuesto, tampoco significa venerar como si nuestra pareja fuera un dios o un héroe. No es alejarse de la realidad para convertirse uno en un ente inferior, o santificar a la otra persona. Es hacer sentir bien al otro, reconocer lo positivo, es proveer de alimento al ego, incluso darle un refuerzo social.
El asunto es que las personas hacen caso omiso al primer factor que llevó a una atracción hacia su pareja. Piensan que la admiración es una figura virtual que en realidad no hace influencia en la relación amorosa, pero que es un factor casi tan importante como decir un te amo en un momento aleatorio, o incluso demostrarlo. Admirar a la pareja es en la misma manera un factor fundamental a seguir para alcanzar la plenitud.